Lo que nos definió en el año 2016 cuando fundamos Iniciativa del Pueblo Andaluz es hoy una clave en la acción política andaluza
Iniciativa del Pueblo Andaluz desde el primer momento de su fundación en febrero del año 2016 se define como un partido ecoandalucista, dentro de los elementos que constituyen un andalucismo del siglo XXI. Defendemos una versión democrática y pluralista de la identidad de un territorio, la manera más idónea de organizar la producción pública de sustentabilidad como concepción democrática de la comunidad. Todo ello junto con otros elementos distintivos como son el feminismo, la justicia social, la lucha por una conquista de un estado federal, tenían el objetivo de colocar a Andalucía donde le corresponde en el contexto del Estado español.
Decíamos entonces, “Iniciativa del Pueblo Andaluz es un partido político ecologista, pero nuestra alternativa ecologista defiende la articulación de territorios, superando su indiferencia respecto a los marcos culturales. Un ecologismo que requiere cercanía, deliberación y participación”.
Partíamos de que los patrones de producción, distribución y consumo del momento eran la prueba más evidente de la inviabilidad del sistema social y económico imperante. Entre una serie de características que definían el momento se nombraba de manera muy especial “el agotamiento del modelo energético… y la degradación de los recursos que ponen en peligro el futuro de la humanidad”.
En aquel momento no se veían estas ideas como referentes para la acción política; a pesar de que era una realidad científicamente demostrada, estos conceptos se consideraban una desviación de la realidad, de alguna forma aún no se veía como el núcleo central de nuestras vidas, una idea fuera de lo que se consideraba como fundamental, la recuperación del empleo basado en el crecimiento ilimitado del planeta y para ello no se valoraba el uso de las energías renovables como clave para el cambio del modelo productivo y ligado a la justicia social.
Todo ello, hoy se convierte en una especie de espectáculo de la peor especie, con la proliferación de los “megahuertos” solares, que imponen los mismos de siempre, los oligopolios y las empresas que los sustentan. La realidad de que los combustibles fósiles ya no serán productivos ha puesto en marcha todo un mecanismo brutal de ocupación del territorio para seguir mandando en la producción de energía. Los de siempre actúan como siempre con los elementos actuales. Algo viejo que se reproduce permanentemente y se apunta a las novedades para solo seguir consiguiendo grandes beneficios.
Frente a ello, están las empresas que creen en el cambio necesario hacia las energías renovables y aportan soluciones para lo que es realmente la clave de ese cambio, la autoproducción de energías renovables, así como el fomento del autoconsumo. Se necesitan cambios importantes aún, para que esas prácticas sean cada vez más eficaces y, sobre todo, posibles. Las comunidades energéticas y la implicación de los municipios en el establecimiento de agencias locales de energía son base de una realidad posible.
Por tanto nuestra apuesta por el ecoandalucismo se refleja de manera clara en la implicación, por un lado, en la participación en todas las acciones que se promuevan en los diversos territorios de Andalucía, por otro lado, trabajando por la creación de una alternativa andaluza ecoandalucista, conjuntamente con otras fuerzas políticas que comparten buena parte de nuestros postulados y que caminamos en la misma dirección.
Formamos parte de la Plataforma por el Monte Andaluz, estamos participando activamente en las acciones contra las megaplantas fotovoltaicas que están organizando en cooperación con los municipios y las organizaciones sociales de los lugares afectados, actuamos en todos aquellos momentos donde podamos llegar con nuestras posibilidades.
Al mismo tiempo firmamos hace ya casi un año un protocolo de colaboración con Más País Andalucía en la línea de trabajar en la alternativa progresista que mencionamos antes.
Lo que dijimos en su momento es hoy una realidad imparable, hasta el punto de que las fuerzas que más han trabajado en contra de las mismas, quieren convertirse en el banderín de enganche de una supuesta “revolución verde” que no tiene nada de revolución, porque se pretende que la lideren las grandes corporaciones que solo buscan beneficios propios y, por supuesto, tampoco es verde, porque para ello se utiliza todo lo que tienen a su alcance, sin importarles la sostenibilidad de lo que hacen y siguen depredando como siempre.